miércoles, 25 de noviembre de 2009

Campo y vida

En mi constante búsqueda de preguntas para alguna de las respuestas que nos ofrece la información diaria, me encuentro con un asunto que me parece fundamental para el desarrollo de la sociedad. Se trata del campo (y sus derivados), no como nombre común, sino como conjunto de actividades humanas fuera de la ciudad, muchas de las cuales nos proporcionan alimento, vestido y refugio.

¿Qué es el campo?, ¿existe el campo?, ¿le prestamos la atención debida?, ¿lo estamos dejando morir?, ¿cómo podemos contribuir a su mantenimiento y desarrollo?

Llevamos mucho tiempo glosando los beneficios de una alimentación sana y natural. No hay periódico, revista o revistilla que no incluya artículos sobre los beneficios del brócoli, del tomate o de la uva verdiblanca. Eso por no hablar de lo saludable que es la carne sin hormonas ni gripes de todo tipo. Creo que no me equivoco si afirmo que todos añoramos los sabores, olores, texturas y colores de los alimentos de antaño. Todos menos los que no han tenido la suerte de conocerlos. La edad es un grado, el paladar también.

Lo anterior contrasta con la poca atención que prestamos al campo, sus actividades y sus derivados. El campo es ese sitio al que vamos de vez en cuando a que los niños se desfoguen sin los peligros de la ciudad y nosotros podamos respirar “aire puro”, que la ciudad está muy contaminada, oyes.

- Manolito, no cortes los girasoles que te puedes hacer daño.
- Jo, mamá. Estoy probando la navaja mil usos que me ha regalado el tío.
- Bueno vale, pero ten cuidado.


Lo que piense el agricultor es lo de menos.

Una buena propuesta -en Japón creo que lo están haciendo ya- sería que se obligue (la invitación quedaría corta) a todo joven y jóvena a pasar unos meses de instrucción y conocimiento del medio, como jornalero y jornalera o pastor y pastora, en el campo. De esta forma nadie podría afirmar que los huevos provienen del supermercado, sección perecederos a 1,50 la docena, amén de propiciar vocaciones de las que tan necesitados estamos.

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