domingo, 12 de diciembre de 2010

Wikileaks (güiquilics para los no iniciados) familiar


Nunca imaginé que esto ocurriría. Nunca imaginé que saldría a la luz pública. Pero ha ocurrido. Hace ya semanas que tengo la mosca detrás de la oreja pues veo que, poco a poco, se van desvelando informes secretos en Wikileaks (güiquilics para los no iniciados) y era cuestión de tiempo que se filtraran los que afectan e implican a toda mi familia.
Mira que avisé a todos mediante mensaje cifrado. "Cuidao tontosdelhaba, si aberronchamos los dimes y diretes la vamog a cagan" decía. ¿Cómo la habrán descifrado?
El caso es que no se ha tenido cuidado con los ficheros ultra secretos y vamos a tener problemas.
Así ha sido. Toda la información referente al "amigo invisible" de esta Navidad ha salido a la luz. Ahora, cada uno sabe quién es el que le hará el regalo navideño, lo que está aumentando la tensión diplomática entre los miembros activos de la familia.
Antes de la filtración, al igual que en años anteriores, la gente estaba tranquila y podía regalar sin esfuerzo presupuestario ni imaginativo, pues el destinatario nunca sabía quién había cometido el dislate. Si no te gustaba, san aguantarse, no te ibas a enemistar con todo el mundo retirándote a un rincón cerca del pesebre, sin polvorones y con el frío que hace en tan señaladas fechas.
Ahora, la tensión del "qué" y del "cuanto" se ha instalado en el subconsciente colectivo de la comunidad familiar. Miradas subrepticias de recelo, reproches encubiertos, maquinación de venganzas, horrores pasados, todo el vinagre a flor de piel.
Y lo que es peor, junto a la lista delatora han aparecido los comentarios que salpican las relaciones y que en nada ayudan a aliviar el conflicto. Que si el corderito de la tía no estaba en su punto. Que si el vino del cuñaaaaao era de medio pelo. Que si la nuera cuando se emborracha es insoportable, y cuando no, también. Que si a papá se le ha solidificado el cortex cerebral y no da una a derechas. etcétera.
Soy un profundo defensor de la libertad de expresión. Pero hay cosas que no se hacen, hombre! No estábamos preparados para ello. Me parece que esta Navidad va a ser un poco tensa. Maldito Wikileaks (güiquilics para los no iniciados).

jueves, 9 de diciembre de 2010

Homo homini lupus


Una buena oportunidad, pensé al ver la espectacular oferta de prendas polares publicitada por una conocida cadena de tiendas de ropa y objetos relacionados con la práctica deportiva.
El pasado martes encontré un hueco en mi apretada agenda así que, ufano, cogí mi scooter (otro día hablo de ella) y me dirigí a la tienda más próxima a casa.
Al llegar y ver el parking lleno, dudé de si entrar o no, aterrado al imaginarme la multitud descontrolada, enloquecida por obtener el preciado objeto de deseo (podemos incluso obviar lo de preciado y lo de deseo). Pero ya estaba allí y, en un acto de valentía, pa' dentro.
Ya en el interior me quedé un poco sorprendido pues no había tanta gente como vehículos en el parking hacía suponer. Que bien, volví a pensar (dos pensamientos el mismo día, agotado estaba), no hay hordas actuando como sólo ellas saben actuar.
Pregunté a una empleada que portaba rictus de ignorancia donde podía encontrar la prenda deseada y me indicó al fondo a la derecha. Recuérdese que todo, sin excepción, está al fondo a la derecha en este tipo de establecimientos; no sé para qué pregunto. Todo era normal hasta ese momento, pasillos iluminados, productos en su sitio, familias con niños coñazo, jóvenes y jóvenas, olor a plástico chino.
Por fin llego al fondo a la derecha y no doy crédito. La marabunta, la plaga anunciada en la quinta trompeta del Apocalipsis. Cienes y cienes -que diría mi peluquera- de personas alrededor de unos grandes cajones repletos, se supone, de las ofertadas prendas.
¿Qué hago?, ¿me bato en retirada?, ¿me aventuro y que sea lo que Dios quiera? A pesar de no ir preparado (armadura y lanzallamas no me caben en el cajón de la scooter, de la que hablaré otro día, no insistáis) tomé la heroica decisión de adentrarme en el tumulto. Hay que ser valiente de vez en cuando.
No conseguía llegar a los cajones. Perdón, perdón, ¿me permite?, ¿sería tan amable? Los métodos tradicionales no surtían efecto así que tuve que pasar al plan B. Éste consiste en poner cara de "yo no he sido" y liarte a empujones y codazos. Lástima que esa tarde no estaba cabreado, suele ser un buen lenitivo.
Llego a mi destino, estoy feliz, pero de inmediato me invade el desánimo. ¿Dónde cojones está mi talla y el color que busco? Lo que tendrían que ser cajones marcados con su contenido dentro se habían convertido en continentes desordenados llenos de todo tipo de cosas. Un guante suelto, un bote de pelotas de tenis, un candado de bicicleta....incluso un niño pequeño que alguien debió perder en el fragor de la batalla. Y yo buscando, a la vez que defendía mi posición del ataque de otros seres casi humanos.

Como soy bastante cartesiano, estaba al borde del colapso. Prendas por todas partes, falta de asitencia (los empleados escondidos, hacen bien), mordiscos por la talla "L", gritos, caos generalizado. Un universo desconocido para mi.
Decisión final, hay que llevarse algo que compense el sufrimiento. Y así, a ojo de buen cubero (¿qué diablos quiere decir "ojo de buen cubero"?) trinco la prenda que presumo me irá bien de tamaño y el color aproximado al deseado.
Satisfecho, aunque un poco debilitado, logro salir indemne del tumulto, llego a caja y abono los 5 € que costaba la susodicha. Ofertón, ya digo. El precio es el problema y la solución a la vez.
Soy como soy y hasta llegar a casa no le presto atención a la compra. La saco de la bolsa y me doy cuenta de que he cogido la talla "M" en vez de la "L" y en color verde pistacho en vez del verde melón que me apetecía.
No estoy disgustado, iré a cambiarla. Cuando esté cerrado.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Fondo y forma

Aunque interesante, no es tanto el fondo del contenido como la forma de hacerlo visible. Se disfruta.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Relaciones bilaterales

Un conocido anuncio de televisión -que peligrosa es a veces la publicidad- me ha dado una buena idea. Me he convertido en república independiente. Si, yo, no mi casa. No es que viva en un espacio muy grande, pero tener que presidir una república que abarca toda la superficie de la vivienda, con mi señora y sus ideas transitando por ella, se me antoja una labor muy difícil, quizá imposible.
Así que, ni corto ni perezoso, he fundado la República Independiente de Angel Aragón. Como ya tengo Constitución -la llevo redactando desde después de los azotes-, estoy pensando que la primera acción que voy a emprender es la de establecer relaciones bilaterales con España. Hay que llevarse bien con los países vecinos, aunque no creáis que este me inspira mucha confianza.
En primer lugar, es un país de inoperantes que siempre le echa la culpa de todo al remero. No hay metedura de pata que no se salde con un inocente lapidado o un infeliz vilipendidado. Eso de asumir responsabilidades no es genéticamente apropiado. Temo que los ciudadanos responsables -que los hay- terminen pidiéndome asilo político; no tengo mucho sitio en mi habitación y descarto campos de refugiados en el salón, que lo ponen todo perdido.
En segundo lugar, cuando dan su palabra no tienen el más mínimo reparo en hacer lo contrario. Le dan el mismo valor que a los cromos repetidos. Con ceñirse a los tópicos interiorizados como correctos todo arreglado. Y hay de aquel que se manifieste en contra. ¿Y si un día se me ocurre dudar de los beneficios de comer gazpacho? Seguro que me envían la Brigada Acorazada Brunete entera para obligarme al retracto. Con dos cojones. Creo que después de lo de Perejil se les han subido los humos.
Por otro lado, no les va bien la economía. Leo que tienen un pesado déficit, alta tasa de paro y pocas perspectivas de bondades financieras para los próximos años. A ver si voy a sufrir una oleada de emigrantes en busca de una mejor vida. Dispongo de un mercado laboral muy reducido y, a lo sumo, trabajadores puedo absorber uno o ninguno. Al menos de momento.
Lo que está claro es que no puedo cerrar fronteras y desentenderme. Como soy una minúscula república, dependo de ellos para muchas cosas. ¿Dónde voy a comprar el pan payés que tanto me gusta?, ¿qué hago con mi moto si no la puedo mover?, ¿qué pasará con el suministro de agua y electricidad? Y lo que es peor, ¿con quién discuto yo ahora?
Qué dilema.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sr. Director

Juanjo ha tenido hoy un buen día de trabajo como director de sucursal bancaria. Su gran día. El último del trimestre y ha conseguido superar los objetivos marcados por la Dirección General. Trabaja y se desvive por la empresa, Caja Asaltalia. Tal como está las cosas, a ver si nos!, que diría mi peluquera.
La última operación ha salido redonda. Comisión y favor de los jefes, chico, redondo. Es un fiera, y todas esas cosas. Ha colocado dos hipotecas de golpe.
Wilson Alfredo siempre ha querido comprarse un piso. Lleva 10 años en España y a base de sacrificios ha logrado ahorrar unos miles de euros con los que embarcarse en la siempre incierta aventura de hipotecarse hasta las cejas.

- Buenos días, soy Juan José L., director de esta sucursal. Me informan de que viene ud. a solicitar una hipoteca. Hablemos.
- En efecto señor, mi nombre es Wilson Alfredo D. y quería que me informara sobre ello.
- ¿Puedo tutearte Wilson? Estás en el lugar adecuado. Tenemos lo que buscas.


Una hora después, Wilson sale de la sucursal con la hipoteca confirmada y opción a una segunda para su hermana, también en trance. Wilson trabaja en una empresa de reparto y su hermana en una de telemarketing; cobran 900 y 1000 euros respectivamente. El ínclito, honesto y razonable banquero tiene una fórmula para conseguir dos en una, pasando por encima de las inspecciones del Banco de España. Magia potagia, que decíamos antaño melonar.
Wilson ha cumplido su sueño. Un magnífico tercer piso sin ascensor y con poca luz en un barrio popular de la ciudad. 350000 euracos del ala, pero no te preocupes, mañana valdrá mucho más.
La empresa de Wilson ha realizado un expediente de regulación de empleo. Ya no hay nada que repartir, y todos sabemos que "nada" se reparte solo. Lo peor es que no logra encontrar un trabajo nuevo. Tres hijos pequeños y embargo a la vista. Sin compasión, mala consejera.
Debe la mitad del piso según tasación, las costas judiciales del deshaucio, los intereses y las costas judiciales del procedimiento contra sus avalistas -hermana y cuñado, como siempre-. Por no hablar de otras minucias. Si consiguiera trabajo le embargarían el sueldo. No le queda absolutamente nada. Jamás podrá pagar la deuda.
Caja Asaltalia ha siso absorbida por otra entidad menos rigurosa en sus operaciones, la susursal de Juanjo será cerrada. Le proponen el traslado a otra, a 90 km. de casa en un pueblucho de mierda. Con lo que he trabajado por la caja y así me lo pagan, etcétera.
Al final se consuma el axioma empresarial de que éxitos pasados no garantizan promociones futuras. Ahora Juanjo trabaja allí, jodido pero no tanto como Wilson.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Snoring Stopper


Lo de la mortaja ya lo inventé hace tiempo. Me ponía un pañuelo desde la
barbilla hasta la coronilla, bien anudado arriba, y a dormir, y a dejar dormir. Por lógica.
He de reconocer que restaba intensidad y cantidad a mis ronquidos, pero era bastante incómodo. Por no hablar de la sensación que te produce al verte en el espejo, amortajado en vida. Y aunque hayas hecho desaparecer todos los espejos de la casa, la sensación permanece. Te encuentras raro, como fuera de lugar. ¿Quizá debería estar vagando con el resto de ánimas amigas, en vez de cultivar la cara de gilipollas?
Ahora inventan un remedo de brida dudosamente estética para sustituir al pañuelo de toda la vida. A pesar de esa carga de diseño, el resultado se antoja tan incierto como el del prehistórico objeto textil.
Para amortizar tan conspicuo objeto se me ocurre incorporarlo a las -ya escasas- sesiones de juegos erótico-festivos, con señora propia o ajena. Te haces con un complemento para la boca (brida completa) y a hacer de caballo percherón. A cuatro patas y con ella -o él- encima profiriendo gritos de "caoboi". Inenarrable.
Mejor me lo compro más adelante.

domingo, 31 de octubre de 2010

Preciosa poesía

Ma quando gli dico
ch'egli è tra i fortunati che han visto l'aurora
sulle isole più belle terra
al ricordo sorride e risponde che il sole
si levaba che il giorno era vecchio per loro.


Pero cuando le digo
que él está entre los afortunados que han visto la aurora
sobre las islas más bellas de la tierra,
al recuerdo soríe y responde que cuando el sol se alzaba
el día ya era viejo para ellos.

martes, 5 de octubre de 2010

Recomendación

No suelo hacerlo, pero esta vez me salto la norma. Y si me gusta esto de transgredir normas, repetiré.
El penúltimo libro de Eduardo Mendoza, "El asombroso viaje de Pomponio Flato". Evito los calificativos. Sólo decir que he pasado un buen rato leyéndolo, como hace tiempo que no pasaba.

No eramos tan amigos

Hace un tiempo que se ha vuelto a poner de moda la incineración. Desde tiempos remotos se ha practicado, unas veces por castigo, otras por higiene, otras porque si.
Hace años, esta práctica era impensable. El cuerpo lo íbamos a necesitar para el día de la resurrección de los muertos. A ver qué va a hacer tu alma vagando sin envoltorio.
Ahora, una parte de la población opta por quemar al difunto; se mete el cadaver en el horno, se abre la espita del gas, se prende y todo queda reducido a cenizas. Dentro de poco, se abrirán también hornos de leña, para quemar al ser querido al estilo tradicional. El marketing no para.
¿Y qué hacemos con las cenizas? Ponerlas junto al cabecero de la cama no parece la mejor solución. Y en la despensa puede llegar a confundirse con el azucar moreno, menudo panorama. Una opción puede ser vaciarlas en el retrete y tirar de la cadena, última visita al parque acuático, pero parece un poco chusco.
Al final, la última voluntad pasa por ser esparcido en algún lugar al que se le haya cogido cariño. La aldea de los antepasados, el paisaje dónde declaró amor eterno, el parque dónde hacía footing diario y, por fin, el mar, cualquier mar, esa referencia onírica para gentes de todo tipo, origen y condición. Un lugar muy deseado para el oportuno vaciado.
Nadaba yo hace unos días en el Mediterraneo y, gracias a mi boca abierta y a una oportuna ola, me eché un trago de agua que, además de salada, me supo un poco rara. ¿A quién me había bebido esta vez?, ¿Pedro, Jean, Otto, Luisa? Quien quiera que fuera, no era tan amigo mio como para incorporarlo a mi dieta.
Por favor, aléjense de la orilla para espolvorear al finado.

martes, 28 de septiembre de 2010

La mesa de despacho

- ¿Cómo ha ido la semana, F.?
- Regular. Hemos vuelto a bajar las ventas y no cumplimos los objetivos marcados a pricipio de año.
- No te preocupes, seguro que todo se arregla.
- Si...bueno. Hoy es viernes y prefiero no pensar en ello. El lunes será otro día.


F. se levanta el lunes temprano, como de costumbre, para llegar a tiempo a la oficina. Le gusta tener la mesa ordenada y preparado todo antes de que se abran las puertas del concesionario ("consecionario" que diría un conocido alcalde) de automóviles donde trabaja.
Al llegar a su puesto de trabajo, sorpresa!, su mesa ha desaparecido, en cambio ("sin en cambio" que dice mi peluquera) la silla sigue en su sitio. Intrigado, pregunta a sus compañeros y nadie sabe nada.
La intriga da paso a la confusión. No entiende porqué no está su mesa. Ante tan extraña situación, F. se sienta en la silla y espera que llegue su jefe.

- Quizá estén cambiando de mobiliario. El que teníamos era poco funcional y un poco viejo. Hay que dar buena imagen al cliente. Barrunta mientras espera, entre la ilusión y el autoconvencimiento.

Se siente desnudo sin su mesa, en medio de la sala llena de vehículos esperando ser vendidos. Y lo peor es que se ha convertido en el centro de atención de clientes que, curiosos, deslizan su mirada hacia él.

- Ha llamado el jefe, vendrá en una media hora. ¿Vienes a almorzar?
- No prefiero no moverme de aquí. Igual traen mi nueva mesa y quiero estar presente.


Es media mañana y Don Manuel, el jefe, entra por la puerta de la tienda.

- Buenos días Don Manuel! Verá, he llegado esta mañana y mi mesa no estaba. ¿Sabe ud. algo?

Una hora después, F. llega a casa.

- María, me han despedido.

Un saludo

A todos aquellos hijos de la gran puta que sacan sus perros a cagar a la calle y, encima, no recojen la mierda.
Lucifer los tenga en sus oraciones.

sábado, 29 de mayo de 2010

Quizá haya sido así

Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta crisis de una forma sencilla, para que la gente de a pie entienda sus causas.

Este fue su relato:

Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 € por cada burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros. Al ver que no había más animales, ofreció 500 € por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno.
Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 €, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.
Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.
La aldea quedó llena de burros y endeudados.


Hasta aquí lo que contó el asesor. Veamos lo que pasó después

Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.
Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.
Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.
El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado. Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
El resultado final:
Los listos del principio, forrados. Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda. Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida. El Ayuntamiento igualmente arruinado.
Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento bajó el sueldo a sus funcionarios.

(Recibido por correo-e. Me ha gustado y lo incorporo al blog)

domingo, 23 de mayo de 2010

El patito hinchable

El día ha amanecido como siempre, con la salida del sol. Después de un buen desayuno, Enrique y yo nos dirigimos a la playa a iniciar la jornada laboral. Tiene una escuela de windsurf y una pequeña tienda de bañadores y complementos en Playa d'en Bossa, Ibiza. Es bonito tener la oficina allí, invita a la contemplación, alivia pituitarias y, sobre todo en Ibiza, alegra la vista.

A eso de las cinco de la tarde, con la calorina en todo su apogeo, vemos que se acerca deprisa y con evidentes muestras de nerviosismo un tipo moreno y enjuto.
- Por favor, ayúdenme. Mi señora, mi señora!
- ¿Qué pasa, buen hombre?, responde Enrique.
- Que mi señora se ha quedado dormida encima del patito hinchable y está allí -señala un bulto en mitad del mar- y no puede volver, no sabe nadar. ¿Pueden coger un barco de estos y traerla?
La escuela cuenta con un par de catamaranes de alquiler. Barcos al fin y al cabo.
- No se preocupe, tranquilícese, vamos a ir a por ella.

La buena señora se ha alejado bastante; comodamente sentada sobre su flotador ha sido pasto de las corrientes. ¿Habrá sido de la paella o del alioli la causa de la situación? A base de lechuga no se consigue esa intensidad de sueño.
Llegamos a su lado y la postal es de fotografía de verano de cualquier revista insustancial. Oronda, histérica y asustada, sus carnes desbordan los límites exteriores del flotador, que no da abasto.
- Ay, por favor, ayúdenme, ayúdenme, grita nerviosa.
- Tranquilícese señora, la vamos a subir al barco.
Entre el peso, los nervios, la agilidad de la inconsciente y el mar, difícil labor.
Casi volcamos, pero al final logramos acomodarla evitando escoras.
- Vámonos, me dice Enrique.
- ¿Cómo que nos vamos?, ¿y el patito? (más gritos)
- Señora, el patito se queda.
- De eso nada, es nuevo y me ha costado un buen dinero. No lo voy a dejar aquí.
Es el día de suerte de la gorda, pensamos los dos. No vuelve al agua de milagro. Ponemos proa al patito de los cojones, largamos un cabo, lo amarramos como podemos y volvemos a la playa.
- Muchas gracias, muchas gracias, dice el enjuto. Yo pensaba en una buena propin, pero las estancias baratas no dejan resquicio a la generosidad.

Y se van discutiendo por la playa. El patito lo lleva él a cuestas. Los nervios. Y la puta ignorancia.

La historia se repite

Vivimos en una época de subcultura y exceso de trabajo; una época en la que las gentes son tan laboriosas que se han vuelto rematadamente estúpidas. Y, aunque pueda parecer duro, no puedo por menos que decir que se merecen su destino. La manera más segura de no saber nada de la vida es procurar ser útil...
...En este momento tratamos de evitar con subsidios y limosnas la crisis que está por llegar, la revolución inminente. Pues bien, cuando llegue la revolución de la crisis, seremos incapaces de responder, porque no sabremos nada. Inglaterra no será un país civilizado hasta que haya incorporado la Utopía a sus territorios...Lo que necesitamos son individuos sin sentido práctico, capaces de ver más allá del presente, de pensar más allá del día de hoy. Los que intentan conducir al pueblo sólo pueden lograrlo siguiendo al populacho. Es la voz que clama en el desierto la que allana el camino de los dioses.


Oscar Wilde, La importancia de discutirlo todo (1890)

jueves, 29 de abril de 2010

Carta de un ex-desempleado

Queridos amigos, queridas amigas,

estoy contento de informaros de que he conseguido trabajo remunerado. Me contrata una empresa que ofrece servicios jurídicos a empresas de la zona. Todo empezó en el mes de diciembre y se materializó ayer por la tarde.
Eran las 17:30 hrs. Ufano, con la siesta reciente, me personé en la empresa a concretar lo que iba a ser un inocuo convenio de colaboración en virtud del cual ambos -empresa y yo- nos proponíamos trabajar juntos para ofrecer el mencionado servicio a empresas; ellos ponían los contactos y yo mis conocimientos (knowledge en inglés) de abogado.
Hasta ahí todo correcto, sin ataduras, con el compromiso justo, sin amenazas cercanas.
Llego puntual a la reunión programada y me dicen que lo que hemos hablado hasta la fecha les ha gustado, que ven potencial en mi perfil profesional, que en la cuidad no hay mucha oferta de éste servicio específico, que han decidido arriesgar a pesar de la situación económica, etcétera. Y se descuelgan con que me ofrecen un contrato de seis meses -aceptablemente remunerado-, tiempo suficiente para conocernos, ver si somos compatibles, y sentar las bases de lo que puede ser una relación a largo plazo. Mi sorpresa fue grande, pues no se había hablado en ningún momento de ésta posibilidad.
Yo, prudente y temeroso a la vez, me había presentado a la reunión con barba de 6 días, los zapatos viejos y la camisa de lino azul desgastada y sin planchar, dispuesto a sugerir rechazo ante cualquier atisbo de acercamiento intenso por su parte, como finalmente ocurrió. No me salió bien la jugada, no debí limpiarme los zapatos.
Mi primera reacción dentro de la misma empresa fue de indignación; no se puede abordar así a una persona después de un año desempleado, es inhumano. Mantuve la sangre fría y logré salir sin manifestar mi ira. Una vez en el coche, cierto desasosiego se apoderó de mi. ¿Como es posible?, ¿qué he hecho para sufrir tal sinrazón?, ¿de qué han valido mis súplicas y oraciones?
Conforme avanzaba con el coche por el paseo marítimo (promenade en inglés), el desasosiego fue dando paso a la angustia. Al llegar a casa casi no podía ni respirar. Miraba mi pijama granate y gris de Carrefour, mi sillón reclinable marrón, mi ropa de deporte, mis ahormadas zapatillas de estar en casa (o de andar por ella, que nunca sé como se dice), mi rincón de ocio y lectura; todas aquellas pequeñas cosas que habían hecho feliz mi existencia a lo largo de los últimos doce meses. ¿Qué iba a ser de mi a partir de ahora?, pensaba entre sollozos y la algarabía de mi señora, que supongo veía cada vez más cerca su pre-jubilación.
Todo se derrumbaba a mi alrededor, así que decidí fumarme un par de cigarrillos -yo no fumo!- como paliativo, pero ni por esas. La angustia era tal que solo una primitiva (lotería, aclaro) millonaria premiada hubiera mejorado mi estado de ánimo. Lo intenté de nuevo más tarde con media botella de vino peleón durante la cena, pero nada. Seguía respirando con dificultad y fatiga. Me costó conciliar el sueño.
Esta mañana me he levantado un poco más sereno, aunque con claras secuelas psicológicas que espero no penalicen mi desarrollo futuro. Ya os contaré. Firmo mañana.
Un abrazo para todos.

sábado, 27 de marzo de 2010

Sorteo mortal

En el pequeño pueblo de Carrascosa del Montebajo están preocupados. El buitre negro, presente en el entorno durante cientos de años, está desapareciendo de nuevo. Y digo de nuevo porque hubo un tiempo en el que estuvo a punto de desaparecer, se salvó con esfuerzo, dedicación y recursos, y llegó a haber más de 3000 parejas. Ahora vuelve a estar amenazado. No hay comida en el campo desde que escasea la carroña y el pobre animal se las ve y se las desea para alimentarse.
El pueblo no es un lugar próspero. Los 63 habitantes del censo actual malviven de la agricultura y la ganadería, y el ayuntamiento no tiene prácticamente ingresos. Eso no impide que se plantee, en pleno municipal, cómo ayudar al buitre negro en su carrera hacia conservación.
Después de contemplar varias opciones, se decide por amplia mayoría realizar un sorteo entre los vecinos de forma que cinco de ellos pasen a ser alimento de tan valorada especie.
Los cinco afortunados son: Fulgencio Notarios, Cornejo García, María Fernanda Fontaneta, Grabiel Barca y Nicol Petrescu, un ciudadano rumano que había llegado seis meses antes al pueblo en busca de trabajo y una vida mejor.
Llega el momento del sacrificio y nadie quiere ser el primero de la lista, por lo que se decide que el orden alfabético es lo más justo. Como no habla español y, por tanto, no se entera de nada, ponen primero a Nicol, cuyo turno era el último. Así es la vida.
Al conocer el hecho las autoridades estatales, alarmadas por lo ocurrido, ordenan paralizar los sacrificios y asignan recursos para la conservación del buitre negro.
El sacrificio no ha sido en vano y el recuerdo de Nicol perdurará mucho tiempo en el pueblo.

Para no olvidarlo

"Lo de UM no es clientelismo, son relaciones sociales en una isla pequeña"
¿Es posible mayor descaro?
(Y eso que prometí que la política no entraría en este blog)

viernes, 19 de marzo de 2010

La Comisión

Definitivamente, la pista nº 2 del club de tenis ha quedado inservible. Ha aparecido una grieta de un palmo de ancha, producida por un movimiento de tierra, que divide la pista de cemento en dos mitades.
Pasados unos días, en vista de que la tierra no se movía hacia el otro lado y solucionaba el problema, se convoca Junta Extraordinaria para crear una Comisión que analice el problema y proponga solución. Se concluye que ésta debe reunirse con carácter de urgencia pero entre las vacaciones de verano y la predisposición patria a alargarlas antes y después con actitud parsimoniosa, finales de septiembre fue la fecha escogida.
En su primera reunión, la Comisión, con acierto, decide solicitar informes jurídicos, financieros, deportivos y medioambientales. Se nombra una sub-comisión para realizar el seguimiento de cada uno de los informes. El coste de tanto informe es alto pero, ¡habrá que arreglar la pista!
Cada sub-comisión debe entregar sus conclusiones con carácter de urgencia -me suena- pero -siempre hay un pero como siempre hay un porqué- llega la Navidad y su antes y su después y se retrasa la entrega.
El informe deportivo aconseja un tipo de pista que el informe financiero descarta y el jurídico duda de la legalidad de la obra por el entramado de normas a cumplir. El informe medioambiental se opone a todo.
Ante el panorama, se decide realizar un plebiscito con todos los socios como partícipes. ¿Ahora?
Hoy, 19 de marzo de 2010 hemos jugado por primera vez en la renovada pista nº2. Ha quedado muy bien, incluso han cambiado el botijo, que tenía el asa rota.
El movimiento de tierra se produjo el pasado 16 de junio de 2009.

Progresión regresiva

Si un demente hace astillas un piano y las lleva orgulloso a la cocina del manicomio, nadie calificará su acto como producción de combustible, ni como un ingreso en la economía del establecimiento.
La actuación económica del hombre se estima como un proceso irreversible que aumenta la entropía. Contra inercia diligencia. Poner orden es lo más importante.

lunes, 1 de marzo de 2010

Competitividad española

Acostumbro a pasear en bicicleta por el carril-bici de la bahía de Palma de Mallorca. Es un recorrido vistoso, alegre y entretenido. El mar, la luz y los barcos a un lado; edificios y monumentos a otro. La brisa marina acariciando la piel y el sol tostándola. Cuando hay sol. Los fines de semana se abarrota de gente de toda condición, envergadura y color practicando deporte, un poco saturado e incómodo.
Entre semana encuentras especimenes de carácter casi profesional con poderosos muslos, como los de las folclóricas. A los alemanes, sobre todo, se les distingue por su completo equipamiento. Casco, maillot colorista, culotte, zapatillas con anclaje, bicicleta ultra ligera, luz delante y detrás, etcétera. Todo de la máxima calidad y prestaciones.
Yo, que siempre he sido un poco primitivo, además de pobre, pedaleo con “lo puesto”. Velocípedo modelo Carrefour’09, camiseta holgada, pantalones sencillos y zapatillas de ir al gym o de hacer footing, multiuso.
A mi ritmo, a veces me adelanta orgulloso un teutón con todo su aparejo pensándome presa fácil de su apetito deportivo.
En ese momento, con un esforzado golpe de pedal, me sitúo detrás de él, a distancia suficiente para que no me huela. Le dejo saborear la victoria durante unos minutos y, en un demarraje propio de Perico Delgado, le doy una pasada por la izquierda sin tiempo para reaccionar.
Como la meta la pongo yo de forma imaginaria, antes de que me alcance de nuevo, doy por finalizada la carrera.
¿Quién dice que los españoles no somos competitivos?

Traumatizado yo?

Lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que lavar.
Así lavaba, así, así, …así lavaba que yo la vi.
Martes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que tender.
Así tendía, así, así, …así tendía que yo la vi.
Miércoles antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que coser.
Así cosía, así, así,….así cosía que yo la vi.
Jueves antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que planchar.
Así planchaba, así, así, ….así planchaba que yo la vi.
Viernes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que barrer.
Así barría, así, así,….así barría que yo la vi.
Sábado antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que cocinar.
Así cocinaba, así, así,…..así cocinaba que yo la vi.
Domingo antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que rezar.
Así rezaba, así, así,….así rezaba que yo la vi.


Si después de esto, y habiendo visto al conejo Bugs Bunny todo el día con la zanahoria en la boca y con actitud amanerada, no estamos traumatizados es por puro milagro.
¿O es que lo estamos y no nos damos cuenta?

martes, 9 de febrero de 2010

Mejor no escarbar

Miguelito fue uno de mis compañeros de escuela hasta 5º de E.G.B., les hablo del año 1967. El recreo era el momento más esperado de la jornada laboral y a él nos entregábamos con pasión y frenesí. La etapa histórica que nos tocó vivir incitaba a los juegos primitivos (cromos, taba,...), a los conciliábulos y a inocentes bromas a costa de las taras de los compañeros. En aquella época, ser gordo, cojo, bizco o tonto eran pecados veniales. No como ahora.
En lo que coincidíamos pobres, ricos, tontos o listos era en el bocata. Todos llevábamos bocadillos para almorzar. Unos, los pudientes, trataban de dar envidia con el incipiente pan de molde, tan sano; otros, trataban de evitarla con su bocata del denominado "chorizo evacuao", consistente en un poco de aceite, una cucharadita de pimentón y una pizca de sal. Chorizo....evacuao, no podía llamarse de otra forma.
Un buen día, apresurado por salir de casa a tiempo para no llegar tarde a clase -algo imperdonable para los estándares de la época- se me olvidó el bocadillo encima de la mesa de formica de la cocina. Al llegar la hora del almuerzo, con tanto desgaste (el niño también se desgasta, que decía Gila), tenía un hambre atroz. Y me encuentro a Miguelito sacando su delicioso pan con algo. El hambre te hace indiferente.
Como era buen chaval y, además, fácil de convencer, le pedí la mitad del manjar argumentando lo sucedido, cosa a la que accedió no sin antes hacerme prometer que le devolvería el favor invitándole a chucherías. Cabe pensar que esa semana faltó a las sesiones de catequesis de la parroquia, pues no tuvo presente eso de dar de comer al hambriento.
Dado que entonces, al igual que ahora, mis recursos eran muy limitados fui posponiendo el pago hasta que, a las puertas de Navidad le dije:
- A la vuelta de vacaciones te invito. Las fiestas navideñas suponían balance económico positivo.
En enero, Miguelito no volvió al "cole". Su padre, funcionario del estado, había sido trasladado a otra ciudad. No volví a ver nunca a mi compañero y cierto remordimiento me asaltó durante un par de días, aunque a día de hoy lo tengo superado.
Ahora, con la nueva ley de Memoria Histórica (otro día hablamos de la memoria histérica) temo que Miguelito me reclame aquello con los intereses de actualización de la deuda. Voy a consultar a mi abogado. Estoy preocupado.

viernes, 22 de enero de 2010

La edad no perdona

Hace mucho tiempo que no me caigo al suelo, testigos hay para confirmarlo. Ello se debe –aparte de un claro sentido del equilibrio- a la anchura de mis pies. El largo es normal para mi altura, pero el ancho una vez desplegados los dedos prensiles abarca tal cantidad de superficie que resulta difícil perder la verticalidad.
La última vez que me caí data de junio de 1969, cuando besé el suelo al bajarme de una bicicleta. Mi abuela nos había regalado una sin motivo aparente, es decir, con un buen motivo. El regalo era para todos los hermanos, cinco en total en línea con la natalidad del momento, en una época en la que tener una bicicleta para cada uno era algo que no estaba a nuestro alcance ni acumulando Mortadelos.
La bicicleta en cuestión era una Súper Cil de carreras, marca poco conocida y, por tanto, motivo de chanzas entre la chiquillería del barrio. Entre las más conocidas estaban las Orbeas, que nunca/siempre se estropean; las BH, que se estropean al primer bache; y así. La nuestra no tenía chascarrillo y nos inventamos “las que adelantan a 10000”. Ingenuo aunque doloroso para el resto de propietarios. Ahora se trataba de demostrar que la rima concordaba con la realidad, y a ello me dispuse al ser el mayor de los hermanos (grado superior, estreno asegurado). Recuerdo que me subí al velocípedo con mi pantalón dominical blanco impoluto, metí los pies en los rastrales y pedaleé con ímpetu hasta la meta. En ese momento de alegría, sin llegar a parar, traté de sacar el pie del rastral derecho con tan escasa fortuna que caí 90º sin oposición ni ayuda. Gané la carrera (no me avergüenza decirlo) pero me puse el pantalón perdido y el brazo y el hombro amoratados. Al llegar a casa, el pantalón roto y sucio me proporcionó una sesión de medios audiovisuales a base de zapatilla por parte de mi madre; del brazo y del hombro hablamos luego. El caso es que me recuperé del golpe en cuestión de horas, tiempo en el que tampoco fui consciente de dolor físico alguno; me quedó algo de remordimiento por el pantalón, pero también se me olvidó en seguida. A esas edades somos de goma.
Hace un par de días me caí por segunda vez en mi vida. Estaba en casa haciendo unas galletas al horno y me despisté con no se qué chorrada. Cuando olí el aroma que me llegaba de la cocina exclamé “hostias, las galletas, se queman”. Salí corriendo escaleras arriba y a la altura del salón pisé mal y me abroché una leche considerable. Mi cabeza paró en el reposabrazos del sofá y el resto del cuerpo quedó en el suelo como si de un saco de patatas se tratara. En otra época hubiera rebotado y me hubiera puesto de pie en cuestión de décimas de segundo, a mi edad (los 50 me acechan) quedé inerte en el suelo con la pregunta encima de mí a modo de “bocadillo”: ¿qué coño ha pasado?
Al cabo de unos segundos, con el aplomo de un guerrero redivivo, me levanté, me sacudí el escaso polvo (en casa somos muy limpios) de la ropa y me dirigí a la cocina a seguir con las operaciones previstas. Una semana después, todavía tengo la frente marcada y el hombro dolorido.
Cosas como éstas son las que me recuerdan mi entrada en la tercera edad. No te caigas, es mejor la ignorancia.

martes, 12 de enero de 2010

Ay, Ay, Ay

Pienso, a ver si los Reyes Magos nos han traído, además del fin de la Navidad, un cambio en las formas y fondos de la información.
No parece, según lo oído. Porque lo visto es lo de siempre, peligro en la carretera y felicidad en los niños.
La noticia –más de diez minutos del telediario de cualquier cadena- es:

“Ha nevado 50 l/m2 en más de 35 ciudades de las 19 Comunidades Autónomas, con 23 puertos de montaña cerrados y 2566 Km. de carretera en los que es obligatorio el uso de cadenas. Se han esparcido 1230 tm. de sal con 450 camiones y 966 operarios, cuyas familias suman un total de 2590 miembros y miembras. También se han empleado a fondo las 190 quitanieves operativas en estos momentos, de los que 140 pertenecen al gobierno central y 50 a ayuntamientos y comunidades.
Unos 1200 camiones y 2400 coches están atrapados por la nieve en distintos puntos de la península. 8500 agentes de la Guardia Civil tratan de ordenar el tráfico y 3500 soldados se afanan en despejar las calles de algunas ciudades.
3456 niños y niñas no han podido asistir a la escuela, de los que 1343 pertenecen a la Comunidad Autónoma de Galicia. Trenes y aviones han sufrido retrasos de entre 25 y 80 minutos.
Más de 5000 personas han quedado atrapadas en sus hogares de los casi 30 pueblos que han quedado aislados. El consumo eléctrico ha subido un 25% entre las 9 de la mañana y las 12 de la noche.
Y en Europa están igual o peor, no crean.”


¿Y?