martes, 9 de febrero de 2010

Mejor no escarbar

Miguelito fue uno de mis compañeros de escuela hasta 5º de E.G.B., les hablo del año 1967. El recreo era el momento más esperado de la jornada laboral y a él nos entregábamos con pasión y frenesí. La etapa histórica que nos tocó vivir incitaba a los juegos primitivos (cromos, taba,...), a los conciliábulos y a inocentes bromas a costa de las taras de los compañeros. En aquella época, ser gordo, cojo, bizco o tonto eran pecados veniales. No como ahora.
En lo que coincidíamos pobres, ricos, tontos o listos era en el bocata. Todos llevábamos bocadillos para almorzar. Unos, los pudientes, trataban de dar envidia con el incipiente pan de molde, tan sano; otros, trataban de evitarla con su bocata del denominado "chorizo evacuao", consistente en un poco de aceite, una cucharadita de pimentón y una pizca de sal. Chorizo....evacuao, no podía llamarse de otra forma.
Un buen día, apresurado por salir de casa a tiempo para no llegar tarde a clase -algo imperdonable para los estándares de la época- se me olvidó el bocadillo encima de la mesa de formica de la cocina. Al llegar la hora del almuerzo, con tanto desgaste (el niño también se desgasta, que decía Gila), tenía un hambre atroz. Y me encuentro a Miguelito sacando su delicioso pan con algo. El hambre te hace indiferente.
Como era buen chaval y, además, fácil de convencer, le pedí la mitad del manjar argumentando lo sucedido, cosa a la que accedió no sin antes hacerme prometer que le devolvería el favor invitándole a chucherías. Cabe pensar que esa semana faltó a las sesiones de catequesis de la parroquia, pues no tuvo presente eso de dar de comer al hambriento.
Dado que entonces, al igual que ahora, mis recursos eran muy limitados fui posponiendo el pago hasta que, a las puertas de Navidad le dije:
- A la vuelta de vacaciones te invito. Las fiestas navideñas suponían balance económico positivo.
En enero, Miguelito no volvió al "cole". Su padre, funcionario del estado, había sido trasladado a otra ciudad. No volví a ver nunca a mi compañero y cierto remordimiento me asaltó durante un par de días, aunque a día de hoy lo tengo superado.
Ahora, con la nueva ley de Memoria Histórica (otro día hablamos de la memoria histérica) temo que Miguelito me reclame aquello con los intereses de actualización de la deuda. Voy a consultar a mi abogado. Estoy preocupado.