domingo, 29 de mayo de 2011

Emprendedor

Tomeu siempre ha sido un emprendedor. De pequeño ya la emprendía a pedradas con los gatos y perros que se encontraba camino del "cole". Más tarde, en la universidad, la emprendía a correr delante de la policía al grito de "Esos de marrón, de qué colegio son".
Al terminar la carrera de abogacía, sin vocación para el pleito pero con mucha habilidad para los fogones fruto de su pasión por la buena mesa, alquiló un pequeño restaurante que, reformado y atendido, se convirtió en referencia de su comarca en arroces y pescados.
Con la situación económica y laboral actual no ha perdido su instinto emprendedor y ha decidido emigrar a China, a deleitarles con sus especialidades arroceras. Los comienzos difíciles. Los ingredientes procura llevarlos de España, desde el arroz hasta el azafrán todos los ingredientes llevan el sello del país. Incluso llegó a llevar agua, hasta que encontró el punto a la de allí. Así le sale cojonudo, de otra forma, no sabe cómo puede quedar. ¡Como debe ser!
Su éxito está siendo tal que ya ha abierto pequeños restaurantes en ciudades abiertas a lo de fuera (de China, se entiende).
Pero en el éxito ha encontrado la fatalidad. Visto su empuje, y el peligro que supone la "paellización" del arroz tres delicias, las autoridades han decidido poner alguna traba para desanimarlo y han resuelto una nueva norma sobre la blancura del arroz. Todo grano alimentario tiene que tener blancura grado 1 -blanco nuclear el de ellos, oye- y el arroz español es, como todo el mundo sabe, un poco más moreno.
Acogiéndose a la norma, la Asociación de Consumidores del Bajo Pekín y la Confederación de Productores de Arroz de la Comarca del Valle del Río Yangtzé han denunciado al pobre Tomeu por no cumplirla en sus restaurantes. Lo han jodido, o paellote con arroz chino o a tomar por el culo el negocio.
Ya contaré su decisión. Queda claro que no hacen falta aranceles, basta con ingeniar. ¿No deberíamos nosotros hacer lo mismo con los destornilladores? Se doblan cuando estoy a mitad de tuerca.

domingo, 22 de mayo de 2011

Ocurrencias a medio camino

- Era metódico hasta para el sufrimiento, solo sufría de 4 a 5, coincidiendo con la siesta. Así no se entera.
- Los padres deben ponerse de acuerdo en el orden de los apellidos. Lástima, con un niño recién nacido y ya divorciados.
- El orden de los apellidos lo decide el funcionario en última instancia. Otra decisión más no, por Dios. En cualquier caso, ¿se aceptan sobornos o es suficiente con el cuchillo de cocina?
- Espididol te quita el dolor más rápidamente. A ver si sacan algo para que no me dé.
- Me tomo las aspirinas caducadas para los dolores de ayer.
- A partir de este mes bajará el desempleo en nuestro país. ¡Como los turistas vengan sin hambre!
- Estamos deseosos de saber cuándo sacara Sakira un disco en catalán.
- Las galletas, ¿se rompen entre la fábrica y el súper o entre el súper y tu casa?
- El día que los eslóganes políticos nos digan lo que van a hacer ellos en vez de lo que debemos hacer nosotros, igual empiezo a tener fe.
- Me daba bocinazos incluso antes de que el semáforo se pusiera en verde. Llevaba una camiseta que ponía “Make a better world”.
- Madrid empieza por “M” y termina por “T”.
- La palabra agua no moja.
- Disfrutamos de una modernidad de metacrilato.
- Felix qui nihil debet – Feliz el que no debe nada.
- Me gusta sentirme insumiso ante la dictadura de lo inmediato.
- Desde que tengo dos móviles he elevado al cuadrado mi soledad.
- ¿Cómo es posible que de los 65 € de la factura de agua casi 40 sean de impuestos? Por cierto, la nueva escultura de la rotonda de al lado de casa es fea de cojones. ¿Qué le pasaba a la antigua?
- Hemos hecho de la naturaleza un nuevo parque temático; ya no se siente, se disfruta.
- La publicidad ha dejado de ser el arte de seducir para convertirse en el arte de engañar.

sábado, 14 de mayo de 2011

Subtítulos en tv ya!

No encuentro razón, a estas alturas de todo, por la que se sigue doblando en televisión a todo aquel que no habla castellano. ¿No sería mejor que nos pusieran subtítulos en nuestra lengua pero dejaran oir la voz del que habla?, ¿cuál es el problema?
Yo sólo veo ventajas. Escuchamos otro idioma, con lo que podemos aprenderlo o afianzarlo. Podemos constatar lo que se está diciendo. Creamos vocaciones idiomáticas. Podemos llegar a entender mejor la diversidad. Educamos el oido, ya que todo es menos plano.
Me parece muy importante de cara a las nuevas generaciones, ya que la mia no tuvo la oportunidad (¿sabes si Cary Grant es de Villaconejos?).
Casi me veo en la obligación de emprender una cruzada en favor del subtítulo, al menos en la llamada televisión pública. La campaña podría llamarse algo así como "Amenazados por la ignorancia", o "Bajo la imagen", o "Camino al conocimiento", o "Déjame entrar", por acudir a remedos de películas.
Quizá una recogida de firmas. No sé como funciona, pero si lo veo claro igual me lanzo.

Miedo o pánico. Cada cual

Sin ser nuevo, me ha llegado al correo-e un artículo que, bajo el título de "La cena del miedo", relata la cena que reunió a la ministra Glez. Sinde con representantes de sectores que, de una u otra forma, se ven amenazados o beneficiados por las descargas que se producen en ese medio llamado Internet. A grandes rasgos.
Aunque no le falta razón al autor (nada es absoluto), el posicionamiento queda claro desde el principio. Otéese el titular. Los argumentos que le siguen destilan el tufillo sectario de aquel que aparentando vulnerabilidad tiene los blindajes adecuados. Está bien escrito, pero hablar de libertad única no tiene sentido en un mundo cruzado como el que nos ha tocado sobrevivir.
No cabe duda de que internet está obligando a cambios extraordinarios en periodos de tiempo tan cortos que la mente humana tiene muy difícil asimilar. La mente inhumana creo que lo tiene igual de difícil pero no se ha testeado todavía. Trasladado esto a términos puramente crematísticos, tiene que acojonar. Creo que a Tintín le pasó lo mismo cuando apareció Son Goku. Hostias! un chino que vuela, y en cómodo formato A5. Tengo los días contados, pensó el amariconado y colonizador reportero (estos belgas!).
El nerviosismo suele conducir al análisis apresurado, a la solución a corto plazo; de ahí al error no media un palmo. Y en esas estamos con los proveedores de contenidos, tratando de poner puertas al campo mientras escampa, si es que escampa.
En el otro lado -siempre los dos bandos, irreconciliables en este país- la gran marabunta de abanderados de la libre disposición, del café para todos, del río revuelto.
En el peligro está la oportunidad, si no que se lo digan a los vendedores de seguros. Gracias a esto, aquellos están encontrando soluciones. Y dado que no hay dique que pueda parar este maravilloso tsunami, estos también disponen de armamento pesado para llevar adelante sus reivindicaciones. En medio, un Estado interesado en todo el vaivén. Voracidad impositiva y control de la disonancia obligan.
Datos de todo tipo en poder de entes difusos y confusos, correo electrónico al que sólo se accede con conexión y si la nueva deidad lo permite, información sensible en lugares remotos fuera de nuestro control, mundos virtuales en los que no sabemos nada de nuestros vecinos, suplantaciones de identidad, irrealidad real, realidad aparente, inocuidad inquietante. Esto es lo que realmente nos debería dar miedo. O pánico, como queráis.

sábado, 7 de mayo de 2011

Marketing grosero (perdón por la redundancia)


En el fondo lo ha sido siempre. Pero últimamente parece que se manifiesta con más virulencia que nunca. Debe ser que, como consumidores, estamos bastante aletargados por los aromas del exceso, por el cloroformo de la abundancia.
Hace un tiempo llegué a un acuerdo con una conocida empresa, de las nombradas gran superficie (ya lo he dicho en otras ocasiones, eufemismo despiadado), de la cual, para no perjudicarla, no diré su nombre. Sólo una pista, no es Alcampo, es la otra. Pues bien, el acuerdo consistía en aceptar una tarjeta que recogía información de mis compras a cambio de una serie de regalos y descuentos. La carne es débil y acepté.
No me hace mucha gracia que sepan lo que como, seguro que terminan sabiendo lo que cago, pensé. Aún así, acabé rendido a la oferta de 1/2 pollo con su correspondiente media cabeza -para caldo- por 3€, y encima me regalan una cocacola de litro. No bebo cocacola, pero como pollo.
Un buen día, así de sopetón, me dan unos vales descuento. Champú un 30% rebajado, agua 4+1, bote de lentejas Litoral, pague 15 y llévese 20, todo para la próxima compra. Qué listos! Acudí al libro de matemáticas de 1º de bup y certifiqué que la cosa salía a cuenta.
Llegó el día esperado, me voy a poner de lentejas como "el tenazas". Al final cambio de opinión y me decanto por el champú. Ante todo, higiene personal. Me dirijo a la estantería con el ticket en la mano -bote de 600 ml- y veo de 500 y de 250ml. No existe ese tamaño. Es que tal, es que cual, es que el programa informático. Un día los ordenadores hablarán y la joderemos.
Bueeeeeno, pues cojo el agua. Ante todo hidratación (cambio de opinión ante la fatalidad). Y en la estantería del agua no quedaba de esa marca ofertada. Indignación contenida.
Tenía dos opciones, o irme con 20 latas de lentejas o reclamar. Como soy de los que eluden el conflicto reclamé. Casi un año después todavía estoy esperando respuesta.
He decidido no volver más a ese establecimiento. Ni oficina del consumidor ni ostias. No volver.
Desconozco si me echan de menos, o si he abierto un agujero en su cuenta de resultados. Estoy satisfecho y la vida sigue sin ellos.
¿Os dice algo todo esto?