sábado, 6 de noviembre de 2010

Snoring Stopper


Lo de la mortaja ya lo inventé hace tiempo. Me ponía un pañuelo desde la
barbilla hasta la coronilla, bien anudado arriba, y a dormir, y a dejar dormir. Por lógica.
He de reconocer que restaba intensidad y cantidad a mis ronquidos, pero era bastante incómodo. Por no hablar de la sensación que te produce al verte en el espejo, amortajado en vida. Y aunque hayas hecho desaparecer todos los espejos de la casa, la sensación permanece. Te encuentras raro, como fuera de lugar. ¿Quizá debería estar vagando con el resto de ánimas amigas, en vez de cultivar la cara de gilipollas?
Ahora inventan un remedo de brida dudosamente estética para sustituir al pañuelo de toda la vida. A pesar de esa carga de diseño, el resultado se antoja tan incierto como el del prehistórico objeto textil.
Para amortizar tan conspicuo objeto se me ocurre incorporarlo a las -ya escasas- sesiones de juegos erótico-festivos, con señora propia o ajena. Te haces con un complemento para la boca (brida completa) y a hacer de caballo percherón. A cuatro patas y con ella -o él- encima profiriendo gritos de "caoboi". Inenarrable.
Mejor me lo compro más adelante.

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