domingo, 14 de noviembre de 2010

Sr. Director

Juanjo ha tenido hoy un buen día de trabajo como director de sucursal bancaria. Su gran día. El último del trimestre y ha conseguido superar los objetivos marcados por la Dirección General. Trabaja y se desvive por la empresa, Caja Asaltalia. Tal como está las cosas, a ver si nos!, que diría mi peluquera.
La última operación ha salido redonda. Comisión y favor de los jefes, chico, redondo. Es un fiera, y todas esas cosas. Ha colocado dos hipotecas de golpe.
Wilson Alfredo siempre ha querido comprarse un piso. Lleva 10 años en España y a base de sacrificios ha logrado ahorrar unos miles de euros con los que embarcarse en la siempre incierta aventura de hipotecarse hasta las cejas.

- Buenos días, soy Juan José L., director de esta sucursal. Me informan de que viene ud. a solicitar una hipoteca. Hablemos.
- En efecto señor, mi nombre es Wilson Alfredo D. y quería que me informara sobre ello.
- ¿Puedo tutearte Wilson? Estás en el lugar adecuado. Tenemos lo que buscas.


Una hora después, Wilson sale de la sucursal con la hipoteca confirmada y opción a una segunda para su hermana, también en trance. Wilson trabaja en una empresa de reparto y su hermana en una de telemarketing; cobran 900 y 1000 euros respectivamente. El ínclito, honesto y razonable banquero tiene una fórmula para conseguir dos en una, pasando por encima de las inspecciones del Banco de España. Magia potagia, que decíamos antaño melonar.
Wilson ha cumplido su sueño. Un magnífico tercer piso sin ascensor y con poca luz en un barrio popular de la ciudad. 350000 euracos del ala, pero no te preocupes, mañana valdrá mucho más.
La empresa de Wilson ha realizado un expediente de regulación de empleo. Ya no hay nada que repartir, y todos sabemos que "nada" se reparte solo. Lo peor es que no logra encontrar un trabajo nuevo. Tres hijos pequeños y embargo a la vista. Sin compasión, mala consejera.
Debe la mitad del piso según tasación, las costas judiciales del deshaucio, los intereses y las costas judiciales del procedimiento contra sus avalistas -hermana y cuñado, como siempre-. Por no hablar de otras minucias. Si consiguiera trabajo le embargarían el sueldo. No le queda absolutamente nada. Jamás podrá pagar la deuda.
Caja Asaltalia ha siso absorbida por otra entidad menos rigurosa en sus operaciones, la susursal de Juanjo será cerrada. Le proponen el traslado a otra, a 90 km. de casa en un pueblucho de mierda. Con lo que he trabajado por la caja y así me lo pagan, etcétera.
Al final se consuma el axioma empresarial de que éxitos pasados no garantizan promociones futuras. Ahora Juanjo trabaja allí, jodido pero no tanto como Wilson.

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