martes, 1 de diciembre de 2009

El chino, el abuelo y el bus

Desde que vivo en Palma de Mallorca utilizo con frecuencia el transporte público. Cómodo y práctico, me recoge casi en la puerta de casa y me deposita en el centro de la ciudad. Excepto en horas punta de verano, donde al calor ambiente se une el calor humano, el viaje suele ser bastante agradable. La única preocupación radica en bajarse en la parada adecuada, cosa que no siempre consigo a causa de algún despiste momentáneo producto de mi inmersión en lecturas arrebatadoras o ausencias mentales.

Ayer se produjo uno de esos capítulos curiosos, cargados de simbolismo que, cuanto menos, te hacen sonreír.

Subo, pago y me apresuro a ocupar mi rincón favorito. En medio del pasillo me topo con un chino (desconozco la región de origen) que carga con una enorme maleta china roja y azul (son todas iguales) también en medio del pasillo ¿Qué le costaría arrinconarla un poco para dejar pasar con holgura?, pienso.

En la siguiente parada sube un abuelo no delgado con bastón, aspecto castizo local y poca agilidad en sus desplazamientos. Para más detalle, el mencionado es sordo, pues lleva el aparato bien visible detrás de la oreja. Uno de esos voluminosos aparatos que, como los teléfonos móviles de antaño, le sobrepasaba el pabellón auricular.
El chino, viéndole avanzar, se da cuenta de su inconveniente posición y se retira un poco para dejar pasar.

- Gracias, muchas gracias. Le dice el viejete en tono de voz alto, propio de los sordos.

El chino no entiende nada y mira al abuelo con cara de vaca que ve pasar el tren. Gesto impasible, pero sonrisa eterna. Su preocupación (como a veces la mía) es saber donde tiene que bajarse, pues los altavoces del bus canturrean las paradas en catalán y castellano, idiomas desconocidos para él.

Nuestro co-protagonista, animado por la sonrisa y pensando que era momento de confidencias en voz alta, se coloca al lado del oriental y comienza a hablarle sin percatarse de que el amigo no entiende ni papa.

- Ya lo dijo Arquímedes, “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.

Anonadado me quedo con el abuelo filósofo. Seguro que nadie del bus esperaba esta cita de sopetón. Los pasajeros hacen ademán de aplaudir pero al final se contienen.
Al chino no se le mueve un músculo de la cara. Sonrisa eterna como decía.

- ¿Qué, de vacaciones? La liamos, ahora no cita, pregunta. A ver como sale el chino de ésta.

A estas alturas de película, se ha percatado –como para no darse cuenta por el tamaño del adminículo- de la sordera del jubilado y mueve la cabeza de tal manera que no se sabe si afirma o niega. Qué habilidad, pienso. Todos contentos.

- ¿Por muchos días? El abuelo a lo suyo. Qué más da si responde o no.

Después del tanteo, la sentencia:

- Prefiero que vengáis de vacaciones que a trabajar, que hay mucho paro en España.

Directo, contundente, sin prejuicios políticamente correctos. La conexión pensar-decir no encuentra obstáculos éticos ni lingüísticos. Qué cabrón el abuelo!

El bus se para y el chino se baja aliviado. Desconozco si lo hace porque es su parada o porque se huele algo. Siempre nos han dicho que son muy intuitivos.
Yo, sin haberme repuesto de la sorpresa, también respiro aliviado. No es momento de un conflicto diplomático, que bastantes líos tenemos ya.

3 comentarios:

  1. Hombre para ser algo que te ha ocurrido a ti y conociéndote, igual es divertido, pero a mi me ha resultado un tostón.

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  2. No sé lo que será un tostón, pero a mí me pareció una joyita literaria. Algo de Cortazár anda dando vueltas a tu forma de mirar tu mundo, me gusta.
    ¡Qué jodido es firmar un comentario sin URL!
    Desde el otro lado del Atlántico,
    Vale

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  3. Esa es la ventaja de un Blog, cualquier puede leerlo, permanecer en el anonimato y decir lo que opina, es como una encuesta anónima, sino fuera así la gente no lo criticaría con rigor sino que todo serían alabanzas...

    Si publicas en Internet algo, ese "algo" esta sujeto a la revisión y la critica de cualquiera que tope con el "algo". Y me reafirmo en que este "algo" es un tostón, cuando no lo sea también lo diré.

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