martes, 15 de octubre de 2013

Carroñeros unos, inoperativos otros

Que el hombre es un lobo para el hombre lo sabemos desde tiempos inmemoriales (inmemoriables, que diría mi peluquera). Doscientos años antes de Cristo, el comediógrafo Tito Macio Plauto escribió en su obra "Asinaria" la frase Lupus est homo homini, que no necesita traducción dado que escribo para gente culta.

La cosa hubiera quedado ahí de no ser porque el filósofo inglés Thomas Hobbes la incluyó, adaptada, en su obra "Leviatán". Ya sabemos lo aficionados que son los ingleses a "adaptar" todo lo que se encuentran en sus paseos por el mundo. Tampoco esta vez podemos exculparles.

La dichosa frase está inspirando a muchos en su trabajoso día a día, y así nos va.
Lo penúltimo están siendo los portales de Internet dedicados a la publicación de ofertas de trabajo. Si se quiere acceder a visualizar la oferta, completa o no, hay que darse de alta rellenando fatigosos cuestionarios con un montón de datos; es decir, enseñan (¿ensañan?) la puntita nada más para aumentar esa ansiedad tan beneficiosa para muchos. Hasta aquí todo normal. Toma mis datos, comercia con ellos, véndelos, hazme público, no hay problema.

Lo que me parece de auténticos carroñeros es querer, además, cobrar por la incorporación al proceso.

Para un desempleado medio, las versiones Premium -v.gr.- de 9,99 € suponen no comprar algo básico en su cesta diaria. Y todo a cambio de una información que, por lógica operativa, debería ser pública y gratuita.
¿O es que las empresas quieren sólo candidatos que puedan y quieran pagar?

No me vale el argumento de que es poco dinero. Multiplica la cantidad por todos los portales que publican ofertas, suma la obligada formación (otro día hablamos de esto), añade la voracidad impositiva (ya verás las bicicletas dentro de poco) y, sin querer seguir listando, obtenemos un cóctel inasumible para economías de subsidio.

Tampoco me vale el argumento de que es la oferta privada y que puedes tomarlo o dejarlo, como si fuera un jodido helado de Häagen Dazs. Estamos hablando del acceso a un empleo digno, consagrado en nuestra aireada y obsoleta Constitución.

Las empresas lo permiten publicando sus ofertas en estos portales, el Estado colabora activamente al no ofrecer alternativa -viva el SEPE!- y nosotros lo aceptamos en nombre del relativismo moral.

Nos estamos volviendo locos. O tontos, que es peor.



(Ilustración sacada de la web Komikelx).






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