Cuentan las crónicas que en un encuentro de ministros de la Unión Europea celebrado en Francia, el ministro francés invitó al español a cenar en su casa a unos kilómetros de París. La casa, situada en pleno campo encima de una loma desde la que se podía ver la capital, tenía unos 800 m2 construidos, jardín exquisítamente cuidado, estanque con peces de colores y patos, invernadero con plantas endémicas, un lujoso todo terreno en la puerta, muebles suntuosos y hasta casa para el servicio (tres personas siempre a su disposición).
- No vives mal. Y antes eras profesor de universidad. ¿De dónde ha salido todo esto?
- ¿Ves aquella autopista? -respondió el francés.
- Si.
- Pues eso, un poco de aquí, un poco de allá. Ya sabes -dijo mientras adoptaba la posición del "egipcio".
Dos años más tarde, la cumbre se celebraba en España. Atendiendo las más elementales normas de cortesía, el ministro español invitó a su homólogo francés a cenar en su humilde morada, una mansión de 1500 m2 con piscina, lago artificial con una familia de Pejesapo Psicodélico, faisanes, cuadra de caballos con 4 bellos equinos, un jardín zen con plantas traídas de Japón, un par de coches de lujo, un helipuerto y un pequeño parque temático para los niños y sus amigos. La casa de servicio, a unos 300 mts. de distancia albergaba una corte de 8 personas a su disposición las 24 hrs. del día.
- Chico, tu tampoco vives mal. Cuando empezaste en esto de la política tenías un poco de patrimonio familiar, pero esto es demasiado. ¿Cómo lo has conseguido?
- Ves aquella autopista -dijo el prócer español señalando lontananza.
- No -respondió el francés.
- Pues eso.
Hace 4 años